Estados Unidos ya tuvo a su Milei, se llamó Andrew Jackson, eliminó el Banco Central y les dio 100 años de crecimiento

El séptimo presidente de los Estados Unidos llegó al poder en 1828 prometiendo cerrar el banco que tenía el monopolio de la emisión de dinero por aquel entonces. Finalmente, logró cerrar definitivamente la institución en 1836, y sentó las bases para el período de “banca libre”, la Revolución Industrial, y la hegemonía económica del país.

Actualidad11/10/2023Redacción Cuba a la DerechaRedacción Cuba a la Derecha

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Es común escuchar en la campaña electoral de este año en Argentina que las ideas del candidato de La Libertad Avanza, Javier Milei, son muy radicales y que nunca se aplicaron en ninguna parte del mundo, pero la realidad es que hace casi 200 años atrás, Estados Unidos tuvo a su propio “Javier Milei” y fue una de las principales razones por las que el país norteamericano se convirtió en una de las potencias más grandes del mundo, con un crecimiento sostenido del que disfrutan incluso al día de hoy.

Se trata de Andrew Jackson, el séptimo presidente en ocupar el máximo cargo, y uno de los más importantes a la hora de sentar las bases del crecimiento y el desarrollo económico de Estados Unidos en el siglo XIX.

Jackson llegó al poder en el año 1828 con su propio partido, el por entonces desconocido Partido Demócrata, en una época que la formación política se presentaba como antisistema, conservadora en lo social y extremadamente liberal en lo económico, diametralmente opuesto a lo que es hoy en día.

A diferencia del mainstream de la época, Jackson proponía cerrar el Banco Central y privatizar los bancos nacionales. Sus ideas eran completamente radicales en un momento donde Inglaterra había fundado años atrás su propio Banco Central, y los norteamericanos seguían sus pasos sin pensar más allá.

A pesar de que por cientos de años, Estados Unidos nunca experimentó problemas inflacionarios, en sus inicios, la economía norteamericana experimentó severos estallidos de este tipo. En 1782, a cinco años de la Declaración de Independencia, el gobierno provisional del Congreso Continental crea su primer Banco Central, el Bank of North America, siguiendo los pasos de Inglaterra, pero hiperinflaciona a los pocos años y es cerrado.

En 1791, el ya primer presidente de los Estados Unidos, George Washington, convencido por Alexander Hamilton, el primer Secretario del Tesoro (Ministro de Economía), vuelve a intentar centralizar la banca y crea el First Bank of the United States.

Sin embargo, gracias a la injerencia del vicepresidente Thomas Jefferson, un estricto liberal que alertaba sobre el peligro de la inflación con la banca centralizada, se decide que esta institución iba a tener severas limitaciones e iba a ser completamente independiente.

Para esto se reglamenta que sería esencialmente una empresa privada, solo funcionaría por 20 años (de 1791 a 1811), no podría comprarle bonos al gobierno para financiar al Tesoro y habría una rotación de los directores por fuera del gobierno de turno. A pesar de todo esto, tampoco funcionó.

En 1812, Inglaterra intenta recuperar las “colonias rebeldes” y el gobierno de James Madison decide endeudarse con los bancos regionales que crearon dinero de la nada sin respaldo para financiar la guerra. Este dinero, que debería haber tendido a un valor nulo por no tener respaldo en oro como exigían los privados en la época, fue decretado valioso por orden del Estado, una “burbuja” que pronto explotaría.

El Gobierno no pudo honrar sus deudas y los bancos comerciales que participaron de este mecanismo quebraron todos. Madison, que se había puesto del lado de Jefferson en 1791 en contra de Hamilton, esta vez decide apostar por la banca centralizada y funda el Second Bank of the United States en 1816.

Una década después, el país tenía severos problemas monetarios, el Second Bank emitía más que la demanda, y Estados Unidos tenía repetidas recesiones que nadie podía explicar por qué. El experimento americano parecía que se fundía bajo su propio peso.

En ese momento aparece Andrew Jackson, quien pone al frente de su campaña el cierre del llamado “Segundo Banco de los Estados Unidos”, formalmente diseñado como una entidad privada pero a la cual se le reconocían potestades oficiales que ninguna otra institución tenía.

Sus facultades incluían la administración del crédito público, la capacidad de prestar dinero al Gobierno federal, y la “administración de la moneda”. A todos los efectos prácticos, esta institución cumplía el rol que hoy en día mantiene la Reserva Federal y era prácticamente un Banco Central.

La campaña electoral de Jackson hizo énfasis en el cierre de esta institución, a fin de terminar con cualquier posibilidad de emisión de dinero sin respaldo para financiar al fisco (algo que ya había sucedido en la guerra de 1812 entre Estados Unidos y Gran Bretaña), y evitar la concesión de un privilegio arbitrario.

El presidente Jackson cumplió con las promesas que había realizado al pueblo estadounidense. Tras su reelección en el año 1832 (en la cual cosechó más del 54% de los votos), vetó la iniciativa que proponía prorrogar la concesión del Segundo Banco oficial. 

De esta forma ya no resultaba necesario cerrar el banco por iniciativa directa, sino simplemente dejar que venciera la concesión. La institución desapareció oficialmente en enero de 1836, sentando las bases para un período conocido como la “banca libre” en Estados Unidos, que es lo que propone Milei en Argentina.

Con el sistema de banca libre, un sistema descentralizado en el cual los bancos podían emitir dinero a cuenta de oro y plata (regía el patrón metálico sin excepción), y la intervención del Estado sólo se produciría al nivel de los gobiernos locales, por ejemplo a través del lanzamiento de seguros contra depósitos como fue el caso del Estado de Nueva York.

La economía de Estados Unidos experimentó un vigoroso crecimiento económico entre 1836 y 1913, todavía sin la injerencia del sistema de Reserva Federal que rige hasta hoy en día. El crecimiento anual del PBI a precios constantes promedió el 4%, y la tasa de inflación se acercó al 0%, nivel que se mantuvo hasta el estallido de la Guerra de Secesión, en el cual se suspendió este sistema y se reemplazó por una agresiva política de toma de deuda.

El período de “banca libre” fue derogado por las leyes bancarias nacionales de 1863 y 1864, que introdujeron una serie de regulaciones generales para los bancos emisores de dinero como requisitos mínimos de capital, encajes, y la obligación de los bancos a crear una moneda uniforme, nuevamente atada al oro, pero gracias a las bases que había dejado Jackson, ni siquiera en un periodo de guerra civil se re-introdujo el Banco Central.

No fue hasta diciembre de 1912, cuando el presidente Woodrow Wilson, irónicamente también un demócrata, aunque fundador de la “corriente progresista” que domina el partido hasta el día de hoy, firmó el sistema de Reserva Federal con Banca Central.

Así, empezó un largo período de Banca Central con patrón oro, que terminó con lo que habían sido casi 100 años de inflación nula y una tasa de crecimiento envidiable para cualquier país del mundo.

Luego, en 1971, el republicano Richard Nixon eliminó el patrón oro, e introdujo el Banco Central con moneda fiat (sin respaldo) que tenemos hoy en día. Por lo que, en realidad, Estados Unidos tuvo más años con banca libre, que con banca central.

Así lo explicaba el usuario @TraductorTeAma en una publicación en la red social Twitter, quien además cuenta que la clase política le tenía tanto odio en aquél momento a Andrew Jackson, que lo apodaron “jackass” (burro, en inglés). Jackson, en vez de ofenderse, eligió al burro como representación de su partido, y al día de hoy el Partido Demócrata tiene en su bandera la silueta de un burro.

“Los opositores a Jackson escribían en su contra en los periódicos llegando incluso a acusar a la esposa de Jackson de “bígama”. Me recuerda mucho a las notas periodísticas de 2023 donde dicen que Milei tiene amoríos con perros y es incestuoso con su hermana”, asegura Traductor.

Jackson creía que la autoridad del presidente provenía del pueblo y que el oficio de la presidencia no se debería apegar a ningún partido político. Por esta razón, a la hora de conformar su gabinete Andrew Jackson no eligió solamente a miembros de su partido, sino que escogió a las personas que él creía estaban mejor capacitadas para el trabajo o que tenían experiencia con negocios pero sentía que serían leales. Sin partidismos”, completa.

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FUENTE OFICIAL LA DERECHA DIARIO.

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