Bolsonaro erradicó la corrupción en Petrobras y la empresa ganó 20 mil millones de dólares en 2021

La principal empresa petrolera de Brasil logró el mayor margen de ganancia de los últimos años, como resultado de una profunda política de reestructuración que eliminó la malversación de fondos, a cargo del bolsonarista Joaquim Silva.

America Latina - Economía27/03/2022Redacción Cuba a la DerechaRedacción Cuba a la Derecha

Santiago de Cuba.

La gigante empresa petrolera estatal de Brasil, Petrobras, logró aprovechar exitosamente el contexto internacional y, valiéndose de una reestructuración a cargo del General Joaquim Silva e Luna, logró registrar ganancias netas por un monto de US$ 19.875 millones al término del año 2021.

Este dato surge del último informe trimestral publicado por la empresa, que releva una ganancia neta de aproximadamente 5.635 millones de dólares en los últimos tres meses del año pasado, acumulando así casi 20 mil millones en la totalidad del año.

El abultado margen positivo de la empresa permitió reducir fuertemente su stock de deuda, que bajó a US$ 47.620 millones en 2021, después de haber llegado a l un pico histórico de US$ 63.168 millones en el año 2020.

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Para lograr márgenes de beneficio tan importantes, fue fundamental la reestructuración anti-corrupción que ordenó el presidente Jair Bolsonaro en Petrobras. Para esto, en los primeros días de su mandato había nombrado al economista Roberto Castello Branco, que diagramó la hoja de ruta para eliminar la corrupción de la empresa y pasar de un peligroso déficit a generar ganancias.

Sin embargo, Branco no tuvo la muñeca política para llevar a cabo estas reformas en una empresa que el PT se encargó de politizar y convertir en caja para hacer política durante dos décadas. Así, en abril del 2021, Bolsonaro reemplazó a Branco por el Jefe de la Reserva del Ejército, el General Joaquim Silva e Luna, quien con mano dura llevó a cabo todo lo que Branco no pudo hacer.

Se impulsó una fuerte racionalización de la planta de personal, eliminando la apertura de plazas laborales sin justificación técnica, y fue erradicada la corrupción y la malversación de fondos que había caracterizado a la empresa en los años de Dilma Rousseff.

Los mercados y los medios habían reaccionado de mala manera a la expulsión de Branco, diciendo que Bolsonaro buscaba volver a politizar a la empresa estatal poniendo a uno de sus más allegados funcionarios y miembro del círculo íntimo del presidente de su época de Capitán del Ejército. Pero la situación real fue completamente al revés, la designación de Bolsonaro buscó poner fin a años de corrupción y Petrobras dejó de ser un aguantadero de militantes.

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La erradicación de la corrupción no fue una cuestión menor en términos financieros, pues entre 2014 y 2017 Petrobras enfrentó importantes déficits operativos por más de R$ 70 millones acumulados, todo esto en lo que se dio a conocer como la “operación Lava Jato”. Esta operación funcionó como un acuerdo entre directivos, políticos y empresarios prebendarios para desviar fondos públicos y aprobar contratos confidenciales sin autorización.  

A su vez, la gestión de Bolsonaro adoptó una política de liberalización tarifaria por medio de la cual fue posible vincular exitosamente los términos de intercambio internacionales con los locales en Brasil. De esta manera, el alza internacional en el precio de los combustibles de 2021 pudo ser aprovechada por Petrobras con éxito, logrando así un importante margen de ganancia.

El alza del 70% en el precio del petróleo Brent de referencia fue la oportunidad que no se quedó inadvertida por la gestión de Bolsonaro, recuperando así las dificultades de 2020 como consecuencia de la pandemia.

Pero el éxito financiero de Petrobras no cambia los lineamientos fundamentales de la administración Bolsonaro: el Gobierno de Brasil aún estudia la manera de privatizar Petrobras, al menos en su mayoría accionaria.

Esta acción no solamente busca inspirar confianza en los mercados y apuntalar los derechos de propiedad en Brasil, sino que permitiría un amplio abanico de inversiones que el Estado brasileño, como accionista mayoritario, no puede realizar en Petrobras, pero sí podría el capital del sector privado.

Además, la privatización de Petrobras permitirá romper con la monopolización del sector energético brasileño. La apertura económica hacia la competencia permite, en última instancia, mejores precios para los consumidores a una calidad superior.

Lejos de ser un impedimento, la reestructuración de Petrobras y su exitoso desempeño financiero facilita la operación para una posible futura privatización, despertando así el apetito inversor y generando incentivos a la compra de la empresa. Ahora, los inversores saben que no deberán atravesar años de reestructuración si compran la empresa. Eso ya fue hecho, con éxito, por Bolsonaro.

Fuente oficial La Derecha Diario.

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